#3 Los Moomin y Tove Jansson [parte 1/?]
The great flood, Tove Jansson y un poco de contexto
Conocí a los Moomin porque una excompañera de la universidad tenía varias cositas de ellos. Un día le pregunté quién era el hipopótamo blanco de su estuche y desde ese momento me empezaron a salir hasta en la sopa (amo cuando pasa eso, es como que se te abren los ojos otra vez). De todas formas, no les presté mucha más atención que esa. Casi cinco años más tarde, ya egresada y trabajando en una biblioteca, me los encontré nuevamente en formato de tiras cómicas; específicamente la primera parte de la recopilación de las viñetas que hizo Tove Jansson para el periódico Evening News de Londres. Obviamente me lo pedí prestado a mi misma y fue un viaje muy divertido.


Se me fueron atravesando por más lugares (videos, gente hablando de ellos, merch) y el año pasado decidí querer impregnarme activamente más con estos bichos como mi cerebro me dice que hay que hacer las cosas: cronológicamente y desde el principio.
En Spotify me encontré con un podcast de 5 episodios en donde narran de forma muy general el fenómeno de los Moomin y también hablan de la vida de Tove. De ahí vi el documental de la BBC Moominland Tales: The Life of Tove Jansson. Después vi toda la serie animada de los 90' y finalmente finalmente finalmente me bajé los libros de los Moomin a la Kindle. Hasta ahora llevo los primeros dos: The Moomins and the great flood (1945) y The comet in Moominland (1946) y de estos quiero hablar.
The Moomins and the great flood
La gran inundación (en español) es el primer libro donde Tove Jansson nos presenta a estos pequeños trolls blancos. Porque eso son: trolls, no hipopótamos (ups). Aquí conocemos a Moominmamma y a Moomintroll, también a Sniff (aunque aquí aún no lleva ese nombre y simplemente es apodado The little creature) y a Moominpappa.
En este primer libro los Moomin son también pequeñas criaturas; tan pequeñas que pueden esconderse entre las hojas de los arbustos y la hierba, tan pequeños que usan un tulipán como linterna. Madre e hijo están buscando el perfecto lugar en donde construir un nuevo hogar; están huyendo de la tragedia y queriendo empezar de nuevo, pero el camino está difícil, ya que sólo encuentran agua y más agua como resultado de la gran inundación. En el camino se encuentran con La pequeña criatura quien es rápidamente adoptada y el resto de la historia es un ir y venir de nuevos personajes y lugares, donde lo más importante es cómo el grupo interactúa con los demás, toman decisiones y padecen sus sentires.
—¡Son náufragos! —lloró Moomintroll, que tenía una vista aguda. —¡Una familia completa! ¡Mamá, tenemos que rescatarlos!
Los Moomin están en una situación difícil, se han quedado sin hogar, perdieron a un miembro de su familia y al igual que el resto de los animales del bosque, están tratando de esquivar el agua que tiene sumergida todos los hogares y las vidas de quienes antes ahí habitaban y aún así, se darán el tiempo de ayudar a quienes lo necesiten, no importa si ellos se ponen en peligro o si retrasa el viaje.
Algunos animales, en sus mismas circunstancias, los mirarán en menos, otros directamente los enfrentarán enojados y sin provocación, pero los pequeños trolls blancos y la criaturita que va con ellos no dejarán que nada los desanime. Al menos al principio.




Eventualmente, cerca del último tramo de la historia, la desesperanza se hace más fuerte y el optimismo inicial se apaga. Me tomó por sorpresa, igual que a ellos, la tristeza que les llega en medio de una pausa para descansar. Es fuerte cuando los personajes que son como un rayo de sol comienzan a ver todo oscuro y se enfrentan a la realidad de la que estaban escapando.
Si miramos un poco más allá, podemos darnos cuenta que esta historia es una alegoría de la posguerra. Publicado en 1945, meses antes de que finalizara la Segunda Guerra Mundial, Tove Jansson cuenta la historia de estos seres que han sido desplazados por circunstancias catastróficas y están en un frenesí por recuperar lo que perdieron; no sólo la materialidad de una casa, sino aquello que les era conocido y apreciado: lo cotidiano.
Tove Jansson
No me quiero extender sobre su vida porque no soy experta y también porque esa información la encuentran en su página web, pero si hay algo que es muy interesante de toda su obra es que es altamente autobiográfica: desde sus pinturas hasta sus libros; los infantiles y aquellas para un público más adulto. Todas las manifestaciones de su arte siempre exponen partes de su vida y no es para nada sutil. Así que obviamente mientras leía el primer libro me preguntaba en donde estaba Tove, considerando que en la serie los personajes está muchísimo más definidos y es fácil verla ahí.
Peeero en The Moomins and the great flood aún estaba en una zona experimental, se puede ver principalmente en sus dibujos y en el tipo de historia que nos muestra.
Este primer libro tiene que ver más con contar una historia sobre su contexto y lo que veía a su alrededor (como lo fue la guerra). Destaco mucho la vulnerabilidad y seriedad con que está narrado, porque no subestima a sus lectores más pequeños, para quien editorialmente están enfocados sus libros. Mientras leía, recordaba a Roald Dahl que no tenía muchos filtros para escribir cosas bastante turbias en sus libros infantiles y aunque Tove no es tan drástica en lo que a hechos terroríficos respecta, sí hace descripciones muy sinceras de lo que sus personajes están sintiendo y es difícil ser indiferente ante experiencias tan universales como lo son el derrumbarse ante situaciones que están fuera de nuestro control, que nos cambian la vida para siempre y que además nos exigen mantenernos fuertes porque tenemos a otres que dependen de nosotres.
Próximamente
El segundo libro es muy diferente a este: tiene más personajes, los acontecimientos no son tan al azar, hay metas más definidas y en general es redondito, pero también es innegable que es este es el que sienta las bases del “tono” de las historias que sucederán más tarde.
Me extenderé más en otra entrada sobre el segundo libro Comet in Moominland porque aún me queda harto para decir (y editar)
Hasta pronto,
Azul